Atrévete a ser sincero

¡Qué maravilla! Vuelve a salir el sol pronto, volvemos a tener más luz. Se acerca la primavera y francamente, me sienta muy bien.

Hoy te voy a contar qué me está pasando en estos días.

Estoy dejando de fumar, again. Llevaba 2 años y medio sin fumar y este verano recaí. 

Decir que me subo por las paredes es utilizar un eufemismo blando. 

Francamente no sé cómo no me ha dado un infarto con todos los nervios que estoy pasando; que se han convertido en ataques de rabia incontrolables. He sido muy democrática con mi rabia, no me he dirigido solo hacia una persona, un hecho o una situación, sino hacia todos y todo. Ha sido francamente desagradable. Especialmente porque no se me pasaba. 

Estaba en el medio de una tormenta de enfado y me decía: «Nena, respira, baja del burro».

Y luego: «¿Dónde cxxo está el burro?».

Absolutamente perdida en mis emociones y en lo que me estaba pasando. 

Ayer a mediodía pareció amainar un poco la tormenta y hoy me encomiendo a la diosa más sabia que habita mi corazón para que mis emociones se templen. Suerte que voy a acupuntura: espero que me ponga un centenar de agujas para quedarme un rato sedada en la camilla. 

¿Para qué te cuento esto? 

Para ser franca. 

La perfección no existe.

También te cuento esto para que te atrevas a hacer aquel «sacrificio»; que tanto miedo e incomodidad te provoca; necesario para conseguir estar mejor, sentirte mejor contigo mismo. Puede ser dejar de fumar, comenzar una dieta, dejar una relación tóxica, enfocar un cambio de profesión, mejorar tus resultados en el trabajo, cuidar la relación con tu madre, con tu hijo.

Cuida tu energía, apacigua tu corazón. Atrévete a apostar por ti y tu vida. 

Ya sabes que si no lo haces tú, nadie lo va a hacer. Y esta no es una apreciación cínica, no se trata de estar sola en el mundo y que nadie se interese por ti. Se trata de reconocer que tú tienes el poder. No lo tiene ni tu pareja, ni tu madre, ni tu hijo, ni tu perro. 

  • ¿Cuáles son tus necesidades, deseos, sueños, ambiciones?
  • ¿Te parecen demasiado grandes?
  • Quizás inalcanzables, ¿por eso las abandonas?

Que sepas que si todos estos sueños dentro de tu corazón no fueran realizables, no los tendrías. 

No te verías empujado hacia ellos. El hecho de que tu alma y tu corazón tengan estos sueños es porque son para ti. No te abandones en el camino, no alimentes tus miedos. Riega tus sueños y cuida de tu energía.

Te recuerda que la Terapia Gestalt conmigo te permite abordar todos estos temas y más, es un proceso hecho a tu medida para que puedas sanar tus heridas y recuperar tu poder personal. 

Y yo me voy a patear la montaña, a ver si el mono disminuye.


Gracias por estar, que tengas un feliz día.

Darle el justo peso a los consejos

Un amiga me ha aconsejado de no escribir estos posts. Dice que no son profesionales y que ella limitaría mis comunicaciones a temas estrictamente profesionales. 

Al escucharla me siento triste. 

Me gusta escribir estos mails y me gusta pensar que sirven, tanto a ti que me lees como a mí, que los escribo para salir un poco del molde. Quizás para pensar fuera de la caja de «lo permitido y lo prohibido» que nos dibujamos a veces. 

Y me sabe mal por mi auto-juicio. Este que escucho a menudo, que me dice «no eres suficientemente buena». Porque yo también escucho esta voz, también me hace daño y también dudo de mis capacidades. 

Ser terapeuta tiene que ver con ser humana, ir superando ciertas limitaciones, conocer otras y saber que difícilmente desaparecerán. Ser humana es lidiar con todas estas peculiaridades mías que me hacen única, y que conllevan los así llamados «defectos».

Una parte mía, algo loquita, querría recibir apoyo sin importar lo que haga. Querría tener éxito siempre que abra la boca o por cada pedo que me tiro; y eso no es así para nadie. 

Cada uno recoge lo que siembra y yo estoy sembrando algo muy particular, es cierto. 

El consejo es crear una web donde hablo solo en tono profesional/académico, publicando el currículum con los varios masters que he hecho. Crear un discurso de profesional seria. Como si crear un espacio de entretenimiento y de broma fuera contraproducente para la profesional de la salud que soy. 

Esto me entristece. 

Pensar que la salud está en una habitación blanca, impoluta, con una persona bien vestida, bien hablada y muy correcta. 

Yo no creo que eso sea una verdad absoluta. Yo no creo que esta rectitud, esta pulcritud, sean buenos ejemplos de lo que significa para mí vivir. 

En los momentos más duros he necesitado alguien a mi lado que no tuviera miedo a «ensuciarse» las manos.

Alguien que me pudiera acompañar a través de territorios desconocidos, por los masters y los libros de texto, alguien que quisiera escucharme y bajar conmigo a explorar lo inexplorado de mis territorios interiores. 

Es cierto que hay mucha gente que se deja convencer por los títulos altisonantes, y quizás estas personas no deberían trabajar conmigo.

Deberías trabajar conmigo si quieres bajar a las profundidades de tus adentros, soltar el manual de instrucciones y abrirte a tu unicidad. 

No hay un manual de instrucciones de la vida, eso es una ilusión.

Hay caminos; y para mí el camino más interesante es el tuyo propio. El engaño es pensar que la llave para tu bienestar la tenga otra persona más formada, más instruida o lista; este es el error.

Las llaves para tu bienestar están dentro de ti y no son las mismas llaves que las que están dentro de mí o dentro del experto de turno. Por eso los libros de autoayuda no funcionan demasiado para estar mejor. Es como si tuvieras dolor de cervicales y te leyeras un libro para hacer masajes. 
Por esto la Terapia Gestalt te interesa, el proceso se moldea sobre tus necesidades, paso a paso.

Recibe mi abrazo.

El contacto con tus límites

¿Cómo es que a veces no puedo superar un límite personal?

Esta es una buena pregunta para la que aún no he encontrado una respuesta que me permita «mantener el control total» sobre este salto de consciencia necesario para superar el límite. 

Ningún secreto, ningún método mágico ni mantras milagrosos.

Sigo pensando que este paso depende de múltiples factores, no solo de mi voluntad.

Por una parte, esto me indigna un poco y por otra me parece justo. 

Sin estos conflictos con los límites, no nos impulsaríamos hacia la maduración y el cambio. 

Si me planteo mirar este tema de manera gestáltica, me pregunto: «¿Para qué necesitas este límite?».

Voy a poner un ejemplo cualquiera, algo más preciso, para explorar esto.

Pienso por ejemplo en Andrea, una mujer de cincuenta años que no sabe gestionar su dinero: «No se trata de adquirir herramientas técnicas», me dice. «Se trata de limitarme en los gastos, aprender a frustrarme y decirme no en lugar de tener barra libre. No tengo control sobre mis gastos, esto significa que no consigo juntar el dinero para irme de vacaciones o cambiar de coche. Tengo cincuenta tacos y, a pesar de mis logros, en ese ámbito sigo siendo una cría de 6 años».   

A ver, si estuviera trabajando desde el psicoanálisis haría una interpretación por si lo que le ha pasado en la infancia le afecta. Si hablara desde el conductivismo, quizás, propondría unos ejercicios y encontraríamos una pauta a seguir. Trabajando desde la Gestalt, me interesa más facilitar que Andrea se dé cuenta de qué está haciendo; para que pueda hacerse responsable de lo que ve (si quiere).

Hay varias maneras de hacer esto. Yo le pregunto: «¿para qué mantienes este límite?».

—No lo sé.

—Ok, bien, ¿cómo estás con este límite? ¿Cómo te sientes estando limitada?

—Estoy enfadada… —Silencio—. No entiendo cómo me puede estar pasando esto a mí, debo ser defectuosa.

—Bueno, es evidente que una parte de ti está teniendo alguna dificultad con el tema de la gestión económica, ¿qué le dirías a esta parte?

—¡Que crezca de una vez! Y que deje de ser tan caprichosa, que estoy cansada de ocuparme siempre de los mismos temas.

—Genial, ahora a ver si puedes contactar con esta parte de ti que está teniendo dificultades para gestionar la economía…Respira y deja que tu cuerpo se vuelva protagonista en este momento… Bien, cuando quieras: ¿Has escuchado lo que dice Andrea respecto de ti? ¿Cómo estas con ello?

Andrea sigue en silencio y de repente sonríe: 

—¡Qué cabrona eres, Cris! 

Lo entiendo, no es la primera vez. Espero.

—Lo que le diría a Andrea es que cualquiera se daría a las drogas duras estando en su compañía, yo «solo» gasto más de la cuenta— dice inesperadamente la parte de Andrea con dificultades para gestionar la economía.

—Ah, ¡entonces es premeditado! —le digo—. ¿A ver…?

Parece que hay dos personajes de fuerza parecida y ambos quieren tener la razón y «dominar» de alguna manera la vida de Andrea.

Este enfoque nos permite ir profundizando en la situación particular de la persona que está experimentando este tipo de problema. 

El objetivo, una vez que identificamos las partes, es que establezcan un diálogo, cuanto más sincero mejor. Este diálogo nos sirve para llegar a un compromiso de convivencia que pueda ser respetado por ambas partes. 

Si quieres puedes utilizar este ejercicio para observar cualquier aspecto de tu vida o, si lo prefieres, puedes contratarme para llevar a cabo un rico proceso de Terapia Gestalt conmigo. 

¿Cómo sería el mundo si todos dijéramos lo que pensamos?

Después de escribir el mail de ayer, me vino esta pregunta: ¿Cómo sería el mundo si todos dijéramos lo que pensamos?

Para algunos sería un infierno y para otros un paraíso. 

Cuando hablo de política (en el mail de ayer hablaba de política) me visitan los fantasmas, los miedos, que tengo respecto a ser sincera. Son miedos muy profundos, aprendidos de pequeña en Sicilia. La mafia no es solo cosas de películas, y en la Sicilia de los años 80 no se debía hablar de ciertas cosas: la política era una de ellas. Tengo unas amigas vascas que me cuentan que en su tierra pasaba/pasa algo parecido. Todos sabían, pero nadie hablaba. 

Y este es un miedo profundo que se genera en el entorno cultural y se transmite a la persona. Como si diciendo la verdad pudiéramos ser más frágiles. Como si me pudieran atacar o dañar por ello. 

Así nos alejamos de nuestra verdad personal. Porque yo creo que dentro de nosotros tenemos una pequeña voz que nos dice qué es lo verdaderamente importante.

También es cierto que lo «verdaderamente importante» a menudo entra en conflicto con la consecución de logros «efectivos» y «eficientes», con aspectos prácticos de la vida cotidiana.

Esto puede generar conflicto dentro de nosotros. Llega un momento en el que parece que debemos elegir entre el corazón o la cabeza. Digo «parece» porque no creo que escoger uno u otro sea el camino más satisfactorio. 

Lo más importante es facilitar el diálogo entre la cabeza y el corazón. Con el diálogo se puede llegar a un compromiso, un tercer lugar que incluye ambos y que no es ninguno. 

Claro está que cuando te identificas mucho con uno de ellos, esto no es posible. Solo ves un camino. Esto es peligroso. 

Imagina estar en la montaña y, fuera del sendero marcado, ves a lo lejos un árbol muy raro, típico de tu infancia. Sientes que quieres acercarte para tener un momento romántico contigo. Quizás la cabeza te diga: «Oye, que no es muy seguro ir hasta ahí» y el corazón conteste: «anda, que no está tan lejos».

¿Qué hacer?

Está claro que cada uno tiene el derecho de tomar su propia decisión.

Se puede abrazar el árbol, se puede seguir el camino, se puede hacer una foto, se puede trazar un dibujo o se puede llegar a un sitio seguro desde donde contemplar el árbol y re-cor-dar (volver a pasar por el corazón y dar) los bellos momentos vividos juntos, darles espacio, acariciarlos y entregarlos a la vida. 

Así se puede retomar el camino habiendo elegido y llevándonos los frutos de nuestra decisión. 

Quizás decir la verdad respecto a lo que pensamos y sentimos sea el camino para defender la democracia, pero no necesariamente el camino para el bienestar personal. 

Quizás haya que llevar la democracia dentro de nosotros. Esto significa llegar a un diálogo democrático, tomar acuerdos y compromisos con nosotros mismos. 

Quizás… 

… Quizás no, estoy segura de que el proceso de psicocounselling gestalt conmigo te servirá para facilitar el diálogo contigo, para que tu corazón y tu cabeza se conozcan y se respeten. Esto te interesa.

Quien acepta y quien se resigna: ¿la diferencia?

La borrasca Gloria sigue azotándonos, viento y lluvia. Me estoy volviendo tonta con tanto viento. El clima es un ejemplo muy bueno de lo que no podemos cambiar, solo aceptar. Pero ¿cuál es la diferencia entre aceptación y resignación?

Cuando un cliente me dice: «Me estoy resignando»; para mí es triste. 

Cuando un cliente me dice: «Ok, lo acepto»; me siento tranquila, en paz. 

¿Cómo es esta diferencia?

Para mí, resignarme significa perder la esperanza, mientras que aceptar no elimina la esperanza, la pone al servicio de la realidad.

La resignación es un movimiento pasivo: me quedo quieta como un animal que se hace el muerto para salvar el pellejo. Dejo que las cosas pasen sin ton ni son. Por ejemplo, alguien que se da cuenta de que no tiene fuerza física se resigna y levanta pesos más ligeros. 

La aceptación es activa: es consciente de sus limitaciones y de las limitaciones de la vida, pero no necesariamente se somete a ellas. Retomando el ejemplo de alguien que tiene poca fuerza física, podríamos decir que acepta levantar pesos ligeros ahora y no renuncia a aumentarlos, no renuncia a un desarrollo ulterior y positivo de la situación. Aceptando que no sabe si podrá levantar pesos mayores, aceptando no tener ninguna certeza o seguridad al respecto y aceptando tener la duda suficiente como para seguir levantando, entrenando.

El resignado se queda en el banquillo. Quien acepta baja al campo, aunque no tenga ninguna esperanza o sea consciente de su inferioridad. No renuncia. 

A veces se piensa que vivir en paz significa no tener conflictos; para mí no es así. Vivir en paz no significa renunciar a los conflictos: significa estar en paz con ellos. Vivir en paz significa hacerme responsable de estos conflictos, gestionarlos de la manera más saludable posible, trabajar para resolverlos y aceptar que hace falta tiempo, esfuerzo y ganas de aprender de la vida, ganas de transformarme, superarme. 

Quien se resigna decide no salir de su zona de confort. Quien acepta vive constantemente fuera de ella. 

Es importante remarcar esta diferencia. 

Es un matiz que marca la diferencia en la calidad de la vida y en las posibilidades que esta te ofrece, porque quien se resigna piensa que el resultado del partido ya no se pude cambiar, mientras que quien acepta no deja de correr por el campo y de darlo todo. 

Yo creo que aún queda mucho por jugar y aunque quede poco tiempo, el resultado del partido puede cambiar en un segundo, en un momento de comprensión, en un abrazo de amor, en la sonrisa de tu hermana… 

Nunca es tarde para quien acepta lo que hay y está abierto a lo que pueda venir.

Si quieres adoptar esta forma de vida, aprender de lo que te pasa, aceptar y seguir estando activo o activa, las sesiones de counselling Gestalt conmigo te interesan.

El respeto de la libertad en el conflicto (también ajena)

A veces los amigos discuten y se alejan. Es parte natural de la relación de amistad, pero ¿sabemos llevarlo de una manera saludable?

Está claro que antes que ver cómo sobrellevar los desacuerdos con los amigos de manera saludable… es conveniente saber si lo queremos hacer. 

Porque resulta bastante común que, para afrontar de manera saludable los desacuerdos con nuestros amigos, familiares o parejas, debamos dejarnos ver desde un lugar diferente del que habitamos cotidianamente. Quizás un lugar vulnerable.

Por eso no es común que esto se propicie. En general, preferimos enseñar nuestra parte más fuerte, más segura, más exitosa. A menudo no queremos mostrar nuestras partes más frágiles o inseguras.

Pongamos el ejemplo de que un amigo le dice al otro: «mira; esto que has hecho, para mí, ha sido una gran falta de respeto, me siento ofendido». Y que el otro le responda: «para mí, no ha sido para tanto». Entonces el primero le dice: «Entre 0 y 10, esto que pasado para mí tiene una importancia de 7». Y el segundo le contesta: «Para mí tiene importancia 1».

En este caso, ¿cómo seguimos? Porque aquí hay un evidente desacuerdo.

Se puede tomar el camino del reproche. 

Es interesante preguntar: ¿para qué?

¿Para que un amigo diga al otro: «no me quieres lo suficiente, no me ves, no me respetas»?

¿Para que el otro le conteste: «te pasas, estas muy pesadito, no me importa lo que dices»?

Para que ambos se sientan mal al cabo de unas horas y quizás resulte más difícil otro acercamiento.

Hay algunas cosas que no se pueden remediar. Si yo tengo un tipo de sensibilidad y mi amigo otro, ¿está justificado el enfrentamiento?

Quizás lo único que pueda justificarse es la tristeza del desencuentro. 

Y para esto, es necesario visitar lugares internos que no son placenteros, solo son reales. 

Es importante ver qué busco en este encuentro/desencuentro con mi amigo, así como diferenciar entre reprochar al otro que no sea como te gustaría que fuera y dejarte ver dando legitimidad a tu experiencia personal. 

La oración gestáltica menciona: «si hay encuentro es hermoso; si no, no podemos remediarlo». Esto sería el resultado de un acercamiento auténtico en el que cada uno se permite ser quien es, sin tener que satisfacer al otro, sin exigir que el otro le satisfaga. 

  • Estos son los riesgos de una relación basada en la libertad.
  • Si quiero libertad, debo dar libertad. 

Es posible que sientas que ha llegado el momento de trabajar para permitirte ser libre, en este caso te recuerdo que las sesiones de counselling Gestalt conmigo te interesan.

 Te deseo un feliz día.

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