Recalculando ruta… y objetivo

Creo que cada vez que nos «extraviamos» del camino que hemos decidido recorrer, lo único que podemos hacer es parar un momento y recalcular la ruta.

Difícilmente me rindo. Soy una Capricornio muy testaruda.

Y lo más normal del mundo es recalcular la ruta, Google Maps lo hace continuamente. 

A los humanos quizás nos cuesta más aceptar que nuestro día a día no es como esperamos, como debería ser. Que nos hemos alejado de nuestro objetivo y sería mejor recalcular la ruta.

Esta es una tarea que nos remueve íntimamente. 

A veces entra en juego un auto-juicio como: «si no consigo que mi vida sea como debería ser, es que no soy suficiente buena».

A veces vinculamos nuestra valía personal al éxito de nuestro objetivo. Esto es peligroso. De hecho, somos dignos de ser amados por el mero hecho de respirar. 

No deberíamos tener que hacer nada para merecer el amor. 

Y no es así. A menudo crecemos sintiendo que debemos hacer algo para merecer el amor de nuestros padres o nuestro círculo. Sacar buenas notas, comer todo lo que queda en el plato, no molestar, no hacer ruido, no contestar y no llevar la contraria a los adultos. 

Y quizás nos hayamos llegado a sentir bien siendo «niños buenos»: esa es la peor trampa.

Haber aprendido que mis padres me dan amor cuando hago una determinada cosa o soy una determinada persona es una trampa muy peligrosa porque limita de una manera poderosa mi libertad. 

De repente dejo de tocar el violín porque «no te sirve de nada, no vas a ganar dinero con esto», o dejo el dibujo después de escuchar que «en nuestra familia nadie ha sido nunca un artista, somos muy científicos». 

A veces, de adultos llega una insatisfacción, un estar perdidos, no saber quiénes somos y qué queremos. 

Es un momento sagrado en la vida adulta de una persona, cuando los roles interpretados por beneficio y placer ajeno se empiezan a despegar de la persona y esta finalmente puede descubrir qué significa vivir encajando en un molde bien estructurado, satisfaciendo las expectativas de otros por amor. 

Mucha gente no llega a cuestionarse nunca el papel que juega en la vida, les parece bien vivir actuando en rebelión o sumisión con el mandato familiar. 

Otros se van dando cuenta de que no son libres. A pesar de que lo deseen y lo intenten, ven que sus esfuerzos están abocados al fracaso y no acaban de entender qué pasa. 

A la luz de estas consideraciones me pregunto si no sería mejor recalcular el objetivo en lugar de recalcular la ruta, ¿qué opinas?

¿No será que he adoptado un objetivo poco coherente con quien soy?

¿Qué puede sentir un artista en una familia de científicos? 

Me gustaría que reflexionaras sobre cuáles han sido y cuáles son las expectativas de tu familia sobre ti y tu vida. 

  • ¿Que quería tu madre cuando eras pequeña?
  • ¿Y tu padre?
  • ¿Puedes identificar el «discurso» de tu familia?

Si ha llegado el momento de recalcular tu ruta o reconsiderar tu objetivo, las sesiones de counselling Gestalt conmigo te van muy bien. 

¡Feliz día!