A menudo vivimos el día a día en modo automático. Cumplimos con nuestras obligaciones, seguimos la rutina… pero no nos detenemos a preguntarnos si lo que hacemos tiene sentido para nosotros.
Y cuando esa pregunta llega, puede sacudirnos por dentro.
¿Trabajo o vocación?
Hay personas que asumen su trabajo como una fuente de ingresos, sin pedirle más. No les entusiasma, pero tampoco les perturba. No esperan realización, solo estabilidad.
Pero hay otras para quienes el trabajo no es solo un medio: es un reflejo de su identidad, un vehículo de transformación, una extensión de su deseo de aportar al mundo. Cuando estas personas sienten que están viviendo en contradicción con su propósito interior, aparece el malestar profundo.
¿Hemos olvidado cómo soñar?
Es posible que, con el paso del tiempo, hayamos dejado de soñar. Lo hacíamos de niñas, con libertad, sin filtros. Imaginábamos ser astronautas, bailarinas, científicas, exploradoras… por el puro placer de soñar.
Convertirnos en adultas no debería significar dejar de imaginar. Pero muchas veces, lo hace.
La buena noticia es que esta capacidad puede recuperarse. Como el músculo que vuelve a responder al movimiento suave y constante, el alma también responde al permiso para soñar.
Un ejercicio sencillo (y poderoso)
Hace tiempo alguien propuso este juego: escribe entre 5 y 10 trabajos que te hubiera gustado hacer si no te dedicaras a lo que haces ahora.
Puede que al principio no salga nada. Puede que te asalten justificaciones realistas: “no sé hacer eso”, “necesitaría otra carrera”, “es poco práctico”…
Pero si perseveras, si dejas que el corazón juegue un rato, tal vez te sorprendas. Tal vez reconectes con partes de ti que estaban dormidas. No se trata de cambiar radicalmente de vida, sino de recordar lo que te mueve. Porque a veces, solo soñando entendemos que lo que ya hacemos no está tan mal… y lo podemos vivir con más alma.

Soñar no obliga. Soñar libera.
Un sueño no necesita cumplirse para tener valor. A veces, solo quiere ser soñado. Darse ese espacio puede traer claridad, alivio, dirección.
¿Y si descubrieras que lo que te apasiona está más cerca de lo que pensabas?
¿Y si tu verdadera pasión no es algo externo, sino una forma de estar más despierta en lo que haces?
Un acompañamiento para recuperar tu voz interior
Si sientes que algo en ti quiere cambiar pero no sabes por dónde empezar, la terapia Gestalt puede ayudarte a recuperar tu creatividad, tus sueños y tu orientación vital.
No hay fórmulas. Hay escucha, presencia y preguntas que abren posibilidades.
Y quizás, tu verdadera pasión está esperando a que vuelvas a soñarla.