Pedro tiene poco más de treinta años. Vive en Alemania, dirige una empresa de producción audiovisual, y es padre de tres hijos pequeños.
Desde fuera, su vida parece un éxito: trabaja en lo que siempre soñó, tiene una familia que ama y un buen nivel de vida.
Y sin embargo, Pedro se siente amargado.
Cuando cumplir el sueño no basta
En la primera sesión de counselling me lo dice varias veces: “Estoy amargado”.
Ama a su pareja. Ama a sus hijos.
Pero algo no encaja. Algo pesa. Algo le desconecta.
Ya no disfruta del trabajo. Se siente incómodo en su equipo. Sabe que sus compañeros lo toleran porque es el jefe.
Y lo más duro es que no sabe por qué se siente así.
Cuando el cuerpo dice lo que la mente no puede explicar
Le propongo una pequeña dinámica para que pueda conectar con su cuerpo.
Cierra los ojos. Respira. Escucha.
Lo que encuentra es una tensión en la barriga. Un nudo de tristeza. De insatisfacción.
Y entonces surge la frase que lo resume todo:
“No debería ser así. He logrado mi sueño. Debería estar satisfecho.”
Los sueños también necesitan un cierre
Esa frase me recuerda a algo que dijo Paolo Quattrini, terapeuta y maestro:
“Cuando los sueños se realizan, también mueren.”
Porque dejan de ser fantasía para volverse experiencia.
Y como todo lo que termina, requieren un duelo.
Celebrar lo conseguido. Honrar el ciclo.
Tal vez Pedro no necesite, por ahora, un nuevo sueño.
Tal vez lo que necesita es honrar el anterior, despedirse de esa versión de sí mismo que soñaba con llegar hasta aquí.
Celebrar lo que ha construido. Agradecer al niño que deseaba hacer películas.
Y después… dejar espacio para lo nuevo.
Antes de la primavera, llega el invierno
En la naturaleza, todo tiene su ciclo.
Y nosotros también necesitamos tiempo de pausa, de recogimiento, de silencio.
Solo atravesando ese invierno interior puede surgir un nuevo brote, un nuevo sentido, un nuevo deseo.
¿Y tú? ¿Estás honrando tus sueños cumplidos?
A veces sentimos que “algo no está bien” y no sabemos qué es.
Y es posible que solo necesitemos hacer las paces con lo que ya fue, cerrar capítulos inconclusos, y abrirnos a lo que está por venir.
La Terapia Gestalt puede ayudarte a acompañar ese proceso con claridad, compasión y profundidad.