Muchas veces, iniciar un proceso de terapia nace de una sensación de desequilibrio o insatisfacción. Pero más importante aún es creer que ese malestar puede transformarse. Difícilmente una persona se pone en marcha si no intuye que algo puede cambiar.
En este sentido, una actitud abierta y comprometida con el proceso marca la diferencia. No importa cuán buena sea la técnica o la reputación del terapeuta: si no hay disponibilidad interna, poco puede florecer.
La actitud como motor de cambio
En la práctica terapéutica, se observa que quienes se benefician más del proceso son aquellas personas que lo encaran con una disposición pragmática.
Por ejemplo, si descubres que silenciar lo que sientes te genera malestar, y comienzas a expresarlo, probablemente tengas una nueva experiencia vital que transforme tu manera de estar en el mundo. Y esa transformación, cuando llega, anima a continuar.
Este tipo de actitud no solo potencia el proceso, sino que puede hacerlo más breve y eficaz. Porque el cambio no se produce solo en la reflexión: se consolida en la acción.
La base del enfoque Gestalt
La terapia Gestalt propone un espacio donde se acompaña desde dos pilares: el apoyo y el reto. Este equilibrio no busca forzar, sino facilitar la toma de conciencia y la responsabilidad personal.
Fritz Perls hablaba de frustrar la parte neurótica y apoyar la parte saludable. Laura Perls, sin embargo, matizó esta fórmula, prefiriendo hablar de “apoyo y desafío”. Esta mirada, más suave y respetuosa, es la que inspira nuestro trabajo.

Cuando una persona acepta un reto, incluso con dudas o incomodidad, se abre a una experiencia transformadora. Cuando se aferra a su modo habitual de funcionar, puede que el proceso requiera más tiempo o más presencia amorosa.
En ambos casos, el espacio es siempre libre de juicio.
Un proceso hecho a tu medida
Una de las grandes fortalezas de la Terapia Gestalt es que se adapta al ritmo y a las necesidades de quien consulta. No hay recetas universales.
El cliente es libre de ser quien es, de experimentar lo que experimenta, y de decidir cómo quiere relacionarse con su vida.
Cuando llega el momento de dar un paso
Si has llegado hasta aquí, puede que ya estés reconociendo algo dentro de ti que pide atención.
Y si sientes que ha llegado el momento de acompañarte en serio, la terapia Gestalt puede ayudarte a iniciar ese camino con respeto, claridad y compromiso contigo misma.