A veces, nuestras mayores virtudes esconden una trampa sutil. El impulso de querer “ser mejor persona”, tan valorado socialmente, puede esconder una creencia inconsciente: que no somos suficientes tal como somos ahora.
Este deseo de mejora puede estar profundamente condicionado por nuestra historia personal. Muchas veces, en la infancia, aprendemos a leer nuestras emociones, necesidades y valores a través del prisma de los adultos de referencia. Sus miradas, sus gestos, sus expectativas se convierten en un mapa que usamos para navegar el mundo… incluso mucho tiempo después.
¿Esfuerzo o castigo?
Buscar constantemente mejorar puede convertirse en una carrera sin meta, donde nunca se valora el camino recorrido, solo lo que queda por conseguir.
Cuando esa motivación no nace del deseo auténtico, sino de una sensación de carencia o de “no ser suficiente”, el riesgo es que la vida entera se transforme en un entrenamiento agotador. Un ciclo que no nos permite disfrutar del momento presente ni reconocer nuestra propia dignidad aquí y ahora.
La diferencia entre exigencia y bienestar
La clave puede estar en aprender a escuchar las señales internas:
- ¿Qué me impulsa?
- ¿Estoy actuando desde el miedo a no ser suficiente o desde el deseo de plenitud?
- ¿Me estoy respetando o forzando?
Mientras la exigencia resuena como una voz en la cabeza que empuja a hacer más, lograr más, cambiar más… la felicidad suele vivirse en el cuerpo, en el pecho, en la respiración que se suelta. En la paz del corazón.

Un cambio de paradigma
Desde la perspectiva de la Terapia Gestalt, este tema se trabaja de forma muy directa: no se trata de corregirte, sino de reconocer lo que eres y desmontar las exigencias que has heredado sin darte cuenta.
Quizá no se trate de “ser mejor”, sino de reaprender a ser feliz. Sin metas ni pruebas. Solo contigo, aquí y ahora.
¿Y si lo que toca ahora es descansar en ti?
Este enfoque es posible, y puede cambiar tu relación contigo misma de forma profunda.
Si estás en ese punto, el acompañamiento puede ayudarte a atravesar ese territorio desconocido con suavidad, claridad y compasión.