Entre mocos y digestiones demasiado rápidas

Llevo dos días muy resfriada.

Bueno quizás tres, no lo sé, no recuerdo. 

Te confieso que lo paso muy mal cuando me lleno de moco.

Ayer estaba atendiendo a una cliente y tenía todo el oido taponado, escuchaba como si estuviéramos debajo del agua. 

Sé que es una tontería. 

No estoy preocupada, estoy ahondando en una «sub-vida». 

Seguro que te parece exagerado y sé que la soy. 

No estoy acostumbrada a enfermar, no me pasa a menudo de hecho como mucho una vez al año y nada más grave de un poderoso resfriado, sin embargo no me acostumbro, no lo acepto. 

¿Cómo se puede no aceptar estar malita?

Eso mismo me pregunto yo. 

El bajón me lleva a tener pensamientos grises, no estar fuerte me afecta anímicamente. 

Esta dicen ser una característica muy masculina. 

Yo no creo mucho en eso de características masculinas y femeninas sin embargos estos tópicos (típicos) me ayudan a enfocar «lo que dicen» para acabar diferenciarlo de mi individualidad, puedes hacer lo mismo. 

Aunque sepa que la fuerza física y la fuerza psicológica no van necesariamente de la mano, para mí sí que lo hacen. 

Si pierdo la fuerza física psicológicamente me quedo muy frágil.

Qué fuerte, ¿no?

Una terapeuta que confiesa que unos mocos la dejan K.o. 

Una terapeuta es una persona, yo soy una persona. 

Y como persona tengo mis fortalezas y mis debilidades. 

No se trata de cambiarme, se trata de aceptarme y acompañarme.

Yo no me propongo acompañar los proceso de desarrollo personal pretendiendo saberlo todo o tenerlo todo resuelto, por qué no es así. 

No lo tengo todo resuelto, ni soy perfecta. 

A veces tengo miedo, me siento frágil y no sé que hacer.

Otras me como el mundo en el desayuno y a la hora de la siesta ya lo tengo digerido, preparada para volver a empezar. No paro hasta que unos mocos me hace zancadilla y me vuelvo fofa. 

¿Es posible que estando malita me salga toda la cansancio que no atiendo en mi día día?

Parece ser que son los problemas de salud los que me hacen ralentizar, yo sola no lo hago. 

Quizás, aunque yo no sienta la necesidad, estaría bien aprender a parar más a menudo; estando fuerte y saludable.  Aunque no contacte con esta necesidad, recordarme que bajar el ritmo es necesario, hace parte de cuidar de mi. 

Sé que es necesario el equilibrio sin embargo me pierdo en el hacer y me olvido de ello o lo evito por qué, francamente  no me resulta atractivo. 

Hace veinte años, cuando estudiaba en el instituto una profe me dijo «recuerda que en el medio de los extremos está la verdad». 

Le conteste: «En el medio de los extremos solo hay aburrimiento».

Hoy día, sé que tenía razón sin embargo el camino del medio me sigue pareciendo poco atractivo.

Si quieres experimentar los beneficios de volverte consciente de tus mecanismos internos, de tus trampas y de tus fortalezas; las sesiones de counselling gestalt conmigo te interesan.

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Cristina